martes, 12 de octubre de 2010

Al que madruga Dios no lo ayuda (De lo contrario lo dejaría dormir hasta las 11)

Una mañana, mientras limpiaba desde afuera la ventana de mi cuarto, mi madre encontró una estatuilla pequeña de una virgen María enteramente negra. Se asustó, pues alguien nos enseñó que lo que es bueno, bendito y santo, es blanco. Y que lo que es negro, es, por consiguiente, malo. Yo mientras tanto, dormía.

Mi madre tomó la virgen con cuidado, como si hubiese agarrado el regalito de un perro recién hecho, y la guardó en una bolsa de residuo. “Alguien nos quiere hacer un mal”, pensó, y luego roció todo con vinagre como para contrarrestar el mal. Yo me desperté por el olor.

- Ya son las doce del medio día ¿No pensás ir a buscar trabajo?

Me increpó, mientras yo me rascaba la cabeza despeinada y miraba la heladera abierta sin saber lo que buscaba.

- Mañana voy, mamá, hoy me quedé dormido, ayer me acosté muy tarde.

- Bueno, hoy acóstate temprano y mañana levantate a primera hora, que si no salís a buscar, nadie te va a llamar para incorporarte a su empresa.

- Tranquila, ya van a llamar, mandé varios curriculums por internet.

- Eso no sirve para nada, tenés que agarrar el diario y salir a buscarlo vos.

- Bueno… ¿Qué hay para comer?

Mi madre preparó el almuerzo, y en medio de la comida me comentó el asunto de la virgen negra. Yo, para ser sincero, no le di mucha importancia, soy bastante escéptico, no logro creer en esas cosas.

- A la noche la voy a quemar, no vaya a ser cosa de que…

- ¿La vas a quemar? ¿Para qué? Mamá… No pasa nada, tirala a la basura o dásela a la perra para que juegue. Es solo una figura.

- Andá a saber cuánto hace que está ahí, hijo.

Me respondió, y me miró diciéndome mucho más de lo me decía, sugiriéndome que la causa por la cual yo no conseguía trabajo, era esa virgen maldita.

- Si- dije yo- claramente debe ser eso, y no que el país es un desastre, y que están echando gente por todos lados, y que yo me levanto todos los días a las 12 del mediodía y mi curriculum es un desastre.

- No te burles de esas cosas, irrespetuoso, Dios te va a castigar.

- No me burlo, es que no creo.

- Cuando seas más grande vas a entender que hay que creer en algo.

- Yo creo en mí…

- Si, por eso te levantás todos los días a las 12…

Mi mamá me cerró el pico, una vez más. Antes, cuando yo era chico, lo hacía de un cachetazo, ahora, lo hacía con palabras.

Esa misma noche, mi mamá por fe, y yo por aburrimiento, intentamos quemar la estatuilla en la puerta de casa: La pusimos dentro de un recipiente metálico, la rociamos con alcohol y la prendimos fuego. Tras varios minutos de arder en vano bajo las llamas, la estatuilla seguía entera, intacta, impoluta. Virgen.

Durante un rato largo, seguimos intentándolo, pero la virgen, seguía entera.

- Aveces, para obtener algo, hay que sacrificar otra cosa.

Sentenció mi madre, quien entró a casa, sacó una estampilla de San Expedito, le rezó y la arrojó a las llamas. La estatuilla (junto al santo) comenzó a derretirse ante mi asombro y el regocijo de mi madre. De pronto, asustándome, un gato negro salió de la nada, pasó corriendo detrás de mí, corrió hacia la vereda de enfrente, y luego, corrió hacia la otra esquina, completando un triángulo en cuyo trazo me había encerrado. Por último, se detuvo, y desde la esquina contraria, me miró fijamente con unos ojos amarillos que yo no había visto en mi vida. Luego, desapareció a toda velocidad. La virgen, acabó por quemarse y terminar hecha cenizas.

Al otro día, mi teléfono sonó a las 9 de la mañana, preguntaron por mí y mi mamá me pasó el llamado despertándome. Cuando terminé de hablar, mi madre me interrogó.

- ¿ Era de un trabajo, no? ¿Te contrataron?

- S Si.

Dije yo aun dormido.

- ¿ Viste que nos querían hacer un mal?

S- Si, y lo consiguieron, desde el lunes me tengo que levantar todos los días a las 6 de la mañana.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Breve historia sobre la discriminación y la tacañería

Todos, o casi todos sabemos que discriminar está mal. Pero discriminar y ser tacaño, es aun peor. El otro día me contaron la historia de un hombre que prefirió poner en duda su nivel intelectual y cultural, antes que su orientación sexual. La cosa es así: Resulta que Carlos- vamos a llamarlo Carlos- luego de varias discusiones con su señora, y su yerno y su hija, resolvió comprarse ese Renault 12 con el capot rayado, antes que gastar unos pesos más en otro auto. El coche costaba casi un 25 % más barato, únicamente, porque en el capot tenía escrita la palabra “PUTO”.
- Papá, no lo vas a poder sacar, vas a gastar más en pintura que lo que te ahorrás con el descuento.
Le decía su hija, y también su esposa.
- Gordo, la nena tiene razón, hacele caso, te va a salir más caro el arreglo que cualquier cosa…
Carlos, terco, siempre tenía la misma respuesta.
- Ya van a ver, cuando compre ese frasquito del “Llame ya”, van a ver como se callan la boca.
- Papá, ese líquido no sirve para nada…
- Vas a ver que le paso ese líquido, y se borra el “PUTO” ese que le pusieron.
Efectivamente, Carlos compró el auto, y orgulloso, encargó el mágico líquido del “Llame ya”, que según la publicidad, borraría cualquier rayón malintencionado.

Hasta que no le trajeron en preciado líquido, Carlos se abstuvo de usar el auto. Y en caso de usarlo, lo usó cubriendo el “PUTO” con papel de diario y cinta adhesiva.
Cuando le trajeron el líquido, Carlos llamó a toda la familia (incluido el yerno), los llevó al garaje, y les mostró el milagroso frasco.
- Ahora van a ver, miren eh…
Leyó las instrucciones al dorso, las volvió a leer por las dudas, empapó una franela de ese líquido color bordó, y acarició con cuidado las suaves curvas de la palabra “PUTO”: Nada pasó. El rayón se tiñó de bordó unos segundos, pero luego volvió a marcarse.
- Bueno, debe ser que necesita más.
Dijo Carlos, y repitió su acción: Nuevamente, nada pasó.
Poniéndose nervioso, volvió a repetir la maniobra, pero otra vez, el resultado fue el mismo.
La hija, su mujer y su yerno se miraban y miraban a Carlos con tristeza, compadeciéndose de él.
- Por ahí… por ahí tenés que dejarlo un rato, o unas horas…
- ¡No! Acá dice que actúa al instante.
Respondió nervioso Carlos.
- Bueno, pero por ahí este vino fallado, llamá y pedí que te lo cambien.
- No, esos de “Llame ya” son unos chantas, no te lo cambian, no hay reembolso.
El silencio copó el garaje. Carlos miraba el capot, pensante, mientras que su hija, su mujer y su yerno lo miraban a él.
De pronto, caminó hasta un rincón de la habitación, tomó un destornillador de la caja de herramientas, y se acercó nuevamente al auto, y, como si nada, sin esbozar un solo gesto con la cara, enterró el destornillador en la pintura de la chapa y dibujó una B larga y le agregó una patita a la P de “PUTO”…
- ¿“Bruto”?
Leyó sorprendida su hija.
- Si, bruto. Prefiero ser un negro ignorante, antes que un puto culo roto.
Dijo Carlos, sin saber que discriminar está mal, muy mal, pésimo, pero que es aun peor, discriminar y ser tacaño.